lunes, 19 de diciembre de 2011

Cáncamo.

Entresijos de los
cantares aunados
en bellas melodías,
como cual histéresis
de los lamentos de
ahogadas instancias
fallecidas se desvanece
la historia embravecida.

Cada espacio atado con
un cáncamo en forma de
armella se hacen huellas
en miradas perdidas,
avasallando momentos,
cantando en silencio la
ausencia sin vida.

En la mímesis del
espanto de causas
extraviadas aparecen
de repente, filogénesis
del tiempo rayos de
luces que alumbran
y suman irreversibles
sensaciones ya teñidas
de antiguas explicaciones
que quedan perdidas.




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