Sensaciones de
precipicios, de
colores matizando
contornos traspasando
el iris que deja la imagen
grabada a fuego del
retorno, que vuelven
pegándose al ojo, a la
visión misma de tus manos
que comienzan ellas a bajar
a tus dedos, transformándolas
en inmensos cuadros
figurando lo imaginado,
lo percibido, lo acumulado.
Se tiñe el pensamiento
en formas precipitándose
en multicolores matices,
siendo paisajista de emociones.
Minucioso ellos apenas
cambian con cada pincelada
que plasma, el alma, sobre
tela o papel dejando
estelas iluminadas.