
ni la ingravidez de los
lamentos, merecemos
las sobras que nos regalo
el tiempo que marcha
tornándonos reacios a
las limaduras de lo que
va pasando colgando
despojos enardecidos
que se acoplan a las
visiones del precipicios,
diciéndonos todo,
sembrando la nada
que crece arraigada
a nuestros pechos.
Porque somos zombies,
porque estamos secos,
porque seguimos mirando,
a lo lejos y no vemos que
lo que está cerca, lo que
nos apremia es cambiar
el pensamiento para hacer
sustentable nuestro crecimiento.
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