Una voz que resuena
como desde las entrañas
mismas, se reconoce.
Repica fuertemente
a la oreja que trata
nuevamente de sentirla.
Pacificadora del adentro
sumergido, capaz de tiznar
el encantamiento y el cautivo.
Cuantificadora en
sonido, trasmutando
cables, señales y
hermistigios, cuan
cercana es, la he oido
dejando de ser imágen
congelada pasó a ser
carne en mis oidos.
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