En la concupiscencia
misma del organismo
se hallan amores
desiertos, escondidos
acongojando en
etapas las extremidades
elongadas del ser mismo
donde todo es posible aún
en la imposibilidad de un
eufemismo.
Colocando, colocándonos
en diversas situaciones
amordazando el tiempo
en la relatividad de las
horas donde ellas se
escapan a la visión misma
de la esencia que respira
en ondas subyugantes
de un abismo.
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