lunes, 29 de mayo de 2017

Letras superpuestas.

La sustancia que consigue
seguir encadenada...
Las letras se superponen
al hallazgo inconmensurable
del tiempo, ejerciendo
cual retorno, al ambivalente
sentido de pertenencia.
Instantes se desprenden
en desvarío, inquietantes,
intentan salir como sonidos,
no pueden, se vuelven en sí mismos.
caen los sonidos a la templanza misma
del ser menguado al hastío, sabe a poco,
Se incrementan los suspirares
insurgentes, decaen los dichos,
se transforma el entorno enrarecido,
se levanta a los ojos, la presencia,
se mira al espejo sin imagen, cree soñar,
intenta deshacerse del reflejo, lo logró,
no hay figura, conocida, es otra a quien ve,
desconoce el despuntar de lo vivido,
se despoja de lo viejo, inaugura un nuevo rostro,
no lo entiende, pero acepta.
Las letras en su historia han cambiado,
como ha cambiado la esencia que la trasmuta,
a la lejana confluencia, de saberse viva, no lo espera.
La conformación orgánica se ha regenerado y con ella
revierte el sentir en letras.


ALLÍ...

...
De repente se iluminó
aquel día gris
una luz apareció,
hablaba de todo un poco...
En verdad me sorprendió
Distancias nos separaban
la cercanía fluyó,
No sé cuanto tiempo
dialogamos el tiempo
se desvaneció.
En perplejas sensaciones
el sentido en el interior.
Vibraba con los sonidos
parecía no pertenecía al común
del ser de Dios.
En oropeles las palabras
lograron su fusión
comunicar, en poco lapso
un total , un surgir,
un soñar, embellecedor.
Los corpúsculos interiores
comenzaron a gritar,
la impaciencia sostenida
del mundo al andar.
El sistema tan terrestre
se jugó en esta ocasión
los oídos estallaban
parecían una revolución
querían seguir escuchando
el sonido... esa voz... el galopar
sonoro de ese corazón...