sábado, 11 de febrero de 2012

La misma.

Sólo capaz,
tal vez quizás,
te detuviste a
mirarla sin
parpadear.

Sí, esa la
misma la que
se ve, desde
aquí y allá
girando junto
a la gravedad.

Las nubes
juegan a su
alrededor,
la esconden,
la ocultan
con formas
de copos
de algodón.

La mojan de
espuma sin
ningún pudor,
la tapan a
nuestra visión.

Quizás, tal vez
la misma que
observo yo,
la Luna, en
noche de llena
a todo esplendor.

La viste tú,
la miraba yo,
con sendas
miradas que
tal vez el amor
unió, girando
en redondo
atrayendo sueños.

Mis orbitales
se llenan al verla
a ella a la distancia.
Sólo tal vez, quizás,
capaz, nos unió.







Extremidades.





En la concupiscencia
                 misma del organismo
se hallan amores
                  desiertos, escondidos
acongojando en
                  etapas las extremidades
elongadas del ser mismo
                 donde todo es posible aún
en la imposibilidad de un
                 eufemismo.
Colocando, colocándonos
                 en diversas situaciones
amordazando el tiempo
                 en la relatividad de las
horas donde ellas se
                 escapan a la visión misma
de la esencia que respira
                 en ondas subyugantes
de un abismo.

Ellos...

Hablan sin hablar
enmudecen frente
a las miradas se
humedecen frente
a determinadas
circunstancias
sensibles  al
mirarse palpan
vibraciones sin
cesar.
Se aprietan entre
ellos cuando algo
pasa esperan
ser mordidos de
ansiedad.
Buscan unirse,
esperando
ser tenidos
 en cuenta por
momentos que
arman su volumen
al sentirse atraídos,
de unos que aprietan
y otros que ya están
unidos.
Ellos, los labios,
no van nunca separados
siempre van unidos a lo
ignorado.

Al borde.

Recreando
cada una
se las ondas
de una orilla
ellas las olas,
se hacen ecos
constantes de
venires
naufragantes
que traen
espuma.

En un vaivén
contínuo
llevan y traen
sueños de aguas
cristalinas,
sucumbiendo
a cada partícula
de arena donde
cuentan historias
de amores y guerras.

En las ondulaciones
eternas manifestadas,
manifestándose en
encantamientos,
mirarlas sean cual
sean propagan paz
cuan viaje en velero
de unas vienen
y otras que van.


Desvanecimiento.

A la sombra
de un desvelo,
sin figura humana,
me encuentro,
queriendo formarla
para que ella me
transforme en serio,
temiendo perderla
y perdiéndome, la
corro, se va ya no
quiere caminar
conmigo, le duele
el peso de dolor
inmenso, tendido
en un adentro en
similitud al anverso,
queriéndose pegar a
un cuerpo donde no
le hiera ser sombra
y tener cuerpo,
buscando saltar
en paredes y suelo.