domingo, 22 de enero de 2012

Levitar.


Quien pudiera,
mirar desde arriba
la humanidad, cada
unas de las partes
que nos vieron pasar.

Quien pudiera,
ofrecer la gravedad,
servirla en bandeja,
para que cada uno
se sirva su propio levitar.

Quien pudiera,
elevarse y ser
mago de su destino,
orquestando los caminos,
mirando lo amado y elevarlo.

Quien pudiera,
instar a la fuerza que nos  atrae,
al suelo y pedirle  por un momento
dejar de ejercer su manifiesto para
poder elevarnos hacia lo incierto.







Fin y comienzo.

Opuestos,
antónimos del tiempo,
se conjugan a cumplir
nuestros deseos unos se
van y los otros  vienen con
el final, que da principio a
las nuevas formas de los anhelos.

Renovándose,
iniciándose dando fin a lo nuevo.

Interviniendo,
en la expresión misma del
pensamiento, desmitificando
las vertientes de lo pensado
dando lugar al anverso.

Obligándonos,
a seguir el ritmo del sonido vibrante
que producen cada uno de las visiones
en proceso, marcando principio y comienzo.

Dando lugar,
al amar, ritmo hipnótico del adentro.