martes, 14 de febrero de 2012

Al pintor eterno, Helmut Ditsch.



Sensaciones de
       precipicios, de
colores matizando
      contornos traspasando
el iris que deja la imagen
      grabada a fuego del
retorno, que vuelven
      pegándose al ojo, a la
visión misma de tus manos
     que comienzan ellas a bajar
a tus dedos, transformándolas
     en inmensos cuadros
figurando lo imaginado,
      lo percibido, lo acumulado.
Se tiñe el pensamiento
     en formas precipitándose
en multicolores matices,
     siendo paisajista de emociones.
Minucioso ellos apenas
     cambian con cada pincelada
que plasma, el alma, sobre
     tela o papel dejando
estelas iluminadas.

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