lunes, 28 de noviembre de 2011

HALO.

Entre los dedos
de la eternidad
sostener la luz
intensa.
Encegueciendo
las miradas
absolutas de las
eternas cavidades
y órbitas que las
llenan.


Entre los ojos
táctilmente la
extrema  insuficiencia
de la visión unánime,
las reminiscencias.
Sujetar el halo de luz
en su inmortalidad
para deslumbrar y
guardar la energía
heliocéntrica de la
humanidad, y así...
...alumbrar.



ALADA.

Quisiera,sobrevolar
las interfaces de
la Tierra que lo
crepuscular me
atienda, siendo maga
de las veredas,
acariciando auras,
trastocándolas
en quimeras.
Quisiera, alumbrar
soles, apagando
miedos, transformando
manos en sedas,
que aplanen las
escarpadas miserias.



Quisiera, observar
desde un allá,
un devenir más humano,
acondicionando las estelas
que dejan las luces que
no alumbran ni queman.
Quisiera, alada mi espalda
y contemplar lo que venga,
tan así, tan audaz, como las
almas flotando, que flotan
indefinidamente en las
quimeras de un eternizar
en alas certeras.




Rostros.
















Era una tarde de asfixia
húmeda la frente y mis manos,
en el tren, recuerdo desprender la
la camisola, estaba ahogada con desesperación
respiré el cierre de la avenida,impregnado.
Duró fracción de segundos,
bastó con mirar hacia la otra acera
y quedé aprisionada entre las moles de cemento.
Choqué,tropecé, pedí disculpas.
Caminando cansada con paso torpe.
Crucé una luz roja, me despabiló la urgencia, la emergencia
de saber que la vida está despierta, en cada una de los rostros
que allí caminaban, había presencia, de seres igualados
que cosechan vida y sufrían ausencias.
Detuve mi paso cansino y descubrí el andar alocado
del ser humano, que a cada paso impone presencia viva
que aguarda llegar a su lugar y entonces...
volver a respirar...